Como se habrán dado cuenta, el tiempo del Caos no es igual a la concepción que se tiene en la Tierra, eso explicará suficientemente por qué a veces dejamos de escribir. En fin...Un momento, ¿qué era lo que iba a escribir?, ah sí claro, esperaba que para este instante, digamos, cuando llevara unas 3 líneas, tendría un tema más o menos definido del qué hablar. Sin embargo, como generalmente ocurre con las esperanzas -como me he encargado de señalar en otro post- he sido traicionada.
Se preguntarán entonces, ¿para qué escribo si no tengo un propósito, si no hay un fin?, o aún más, ¿he transformado esto en una obligación?. Pues, (mientras tanto se mueven los engranajes de mi mente, se escucha el sutil impacto de las ideas encontradas), la mejor manera de comprender este sin sentido, es con un cuento que he hallado en un recóndito rincón del Caos. Sus autores no han sido identificados, pero consideramos que es bastante decidor.
"Los caóticos -así nos llamamos los habitantes de este universo-, periódicamente abandonamos nuestras respectivas mansiones para visitar uno de los múltiples universos aledaños: Tierra. Desde los primeros días en aquel lugar -particularmente intrigante, debemos decir. Imagínense que en una de las regiones visitadas existía un hombre, "presidente", se hacía llamar, encargado de dirigirla. ¡Y todos los habitantes lo dejaban!-, pudimos advertir varias costumbres ajenas a las nuestras.
Una de ellas, en la que me concentraré esta vez, era la necesidad de la existencia de un propósito, de un fin -muy "Aristotélica", dicen que era-, estaba tan instalada en las consciencias de todos, que no parecían ser capaces de concebir actividad alguna sin ella. Era como si todo lo que se hiciera, debiese llevar consigo una declaración de principios, una ficha técnica que indicara (un momento, me informan que está temblando en Tierra...no se preocupen ya se detuvo. Creo que en ese Universo es muy usual que el suelo se mueva de vez en cuando, al parecer su planeta no los tiene en alta estima) como decía, es como si se necesitase una ficha técnica que indique no sólo qué mueve a cada persona a emprender tal o cual acción, sino además, que espera lograr con ella. Porque, me explicaba un terrícola en una de mis visitas: "¡no podemos utilizar así como así el patrimonio más sagrado de la humanidad!, ¡no podemos hacer usufructo de tal bien sin que se espere un beneficio potencial!"...
Más tarde supe, queridos viajeros, que esa persona hablaba del tiempo. Sí, después de todo, a pesar de que se declare otra cosa, lo que realmente parece importar a nuestro universo vecino, es que se ha gastado tiempo (Sorprendentemente allí el tiempo ha dejado de pertenecer al ser humano, actualmente es considerado un recurso). Por lo tanto, los terrícolas disponen de tiempo en cantidades limitadas, a diferencia de los caóticos, acostumbrados a la inexistencia tanto de unidades temporales repetitivas como de artefactos que las midan. "Qué extraño", pensé al principio, aunque luego estaba tan ocupada que no pude seguir pensando. Sin embargo, también alcancé a atesorar otros testimonios antes de que me arrancasen la capacidad de familiarizarme con mis propias ideas. Por ejemplo, advertí que muy ligado a las particularidades del tiempo terrícola, está el "sentido de la obligación", distinguible del "sentido del deber", que pertenece a una dimensión más ética de la experiencia. El sentido de la obligación, en Tierra, tiene que ver con actividades, acciones e incluso pensamientos considerados imprescindibles para el desarrollo normal del Universo. Tales como: tener "sentido común" (lamento no poder explicar esta idea debido a que en Caos no tenemos nada parecido a eso), repetir cíclicamente una serie organizada de movimientos (despertarse a una hora del día por aproximadamente 6 días terrícolas y descansar el séptimo, de no haber inconvenientes; comer unas 3 veces, aunque aquello está sujeto a la eventual aparición de asuntos más relevantes como lo es entregar un informe o reporte de lo que se haya producido en la jornada. Formar cadenas de personas para acceder a bienes y servicios, lo que implica que el orden para recibir el bien o servicio esperado, está dado por el "orden de llegada" y no por la necesidad o urgencia, etc.)Hay muchísimas actividades que forman parte de las obligaciones de nuestros vecinos, por lo que no sería posible explicarlas aquí, además, temo que nuestra comprensión con respecto a estos asuntos es muy limitada, tanto más cuanto los terrícolas son muy reacios a hablar de sus prácticas e incluso algunos parecen ignorar aquello que los define. De hecho, tras sólo dos semanas -medidas en tiempo terrícola-, me vi obligada a abortar la misión, pues, pese a que cada día aparecían nuevos comportamientos dignos de ser analizados, las estrictas normas de Tierra me impidieron tomar más notas o captar testimonios para poder presentarles y además, poco a poco hizo aparición un nuevo y aterrador sentimiento al que los terrícolas se refieren como "culpa". Puedo decir, que de entre todas, la culpa es una de las cosas más terribles que un humano debe soportar en aquel universo, puesto que impide una ruptura -a elección- de la norma, a través de la amenaza de horrorosas consecuencias futuras para el delincuente, tanto físicas como psicológicas. Aceptarán y comprenderán entonces las razones de mi repentina huída, puesto que para un Caótico no hay nada más difícil que perder la independencia"
Creo que lo anterior explica el problema con mayor claridad de la que yo soy capaz de lograr. Sólo puedo concluir que, tal como se desprende del testimonio de nuestra habitante anónima, los códigos de conducta permitidos en el Caos son diametralmente distintos a los de la Tierra y la justificación de nuestras acciones no es requerida, pues quien las realiza tiene plena libertad de sentir aquello que hace.
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