martes, 12 de agosto de 2014

Todos y todas somos estrellas


Mientras consideraba una sección diferente para añadir a nuestro moribundo Caos y cada vez me inventaba una idea peor, comencé a entrar en pánico ¿Es que realmente no tenemos nada de interés que decir? ¿Para qué reclamar espacios en los cuales hacer oír nuestras voces, si luego nos quedamos en silencio? Y así, entre divagaciones más o menos inteligentes y más o menos estúpidas, fue apareciendo, cada vez con más fuerza, un problema central, la espina dorsal, si se quiere, del vacío de nuestros respectivos Caos convalecientes de posmodernidad. No sabemos qué decir -para qué hablar de no saber qué hacer, ahí tenemos para escribir una tesis- porque no somos conscientes de nuestras respectivas identidades -no nos vamos a poner a discutir mucho sobre este punto, de esto ya escribí una tesis, de hecho- . Es cierto, tenemos versiones y discursos sobre quienes somos, adaptados a las diferentes situaciones que demandan de nosotros un poco de certeza. Pero verdaderamente, honestamente, no tenemos idea, ni la tendremos en el futuro. Y eso, considero, no tiene nada de raro, nada de negativo, nada de extraterrestre. Es simplemente caótico, como todo ¿Por qué creen que aparecieron los filósofos?

En fin. El punto es que, si nos ponemos a darle vueltas a estas cosas, nos sentimos angustiados/as, así que usualmente nos vamos por el camino pavimentado e imitamos al vecino, que por cierto, tampoco sabe que está haciendo pero finge saberlo...Y así generamos una cadena interminable de imitadores e imitadoras sin rumbo. Cuerpos sin rostros caminando en formación por las veredas demarcadas, "vaya hacia allá. En la esquina doble a la derecha", vestiduras uniformes, movimientos controlados, sonidos acallados...El Caos fingiendo ser orden. El Orden muriéndose de la risa. Todos locos. Todas locas. Todo mal.

Y luego vienen esos odiosos pero necesarios momentos en los cuales tienes que hacerte las preguntas que venías evadiendo al seguir la señalética virtual de la vida. Puede presentarse de cualquier manera...Tratando de redactar una entrada para tu anémico blog; intentando escribir una tesis de mediano interés. Comprando una prenda de ropa en una multitienda y dándote cuenta que la mitad de las personas a tu alrededor la llevan puesta; preguntando a un extraño dónde queda una dirección y fingiendo que entiendes su explicación; luchando en la fila para sacar el pan caliente; yéndote siempre por el mismo camino a tu lugar de estudio o trabajo.

Signos fluorescentes de que te has ido vendando los ojos sin pensarlo dos veces.

Y quizás es por eso que muchas veces no sabemos qué decir. Tal vez es por eso que cada vez que hablamos, nuestras palabras suenan a repetidas...como si todo ya hubiese sido dicho antes, las mismas ideas, los mismos sonidos, los mismos clichés. Porque claro, si sobrevivimos por imitación ¿qué se puede esperar de nuestros discursos?

Y dándole una y otra y otra vuelta a estas cosas, no puedo evitar imaginarme el "deber ser". Si todos dijéramos lo que se nos viene a la cabeza, como se nos venga. Si las multitiendas fueran ilegales. Si no tuviésemos que escribir tesis porque a nadie le interesan; si camináramos sin líneas trazadas. Si compráramos pan a otra hora; si nos fuéramos a casa por otra calle ¿Tendríamos algo que decir entonces? La novedad no duraría para siempre, seguramente, pero si el Caos se viviera como Caos, la novedad daría lo mismo. La autenticidad no sería fingida como hoy. Serías tú, yo, seríamos todos/as. Brillantes, ruidosos/as, de colores, rockstars.... Como somos realmente. Estrellas, como somos realmente.

Si esta tarde paso por tu casa y te pregunto que te gustaría decir, cualquier cosa, lo que sea que pienses que debe ser oído, no porque está de moda, no porque ayer salió en la tele sino porque te da la gana. ¿Dirías algo? ¿Te largarías a reír? ¿Te quedarías serio/a y en silencio?

Carla
*Pronto se vienen las nuevas ideas.


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